Luego de tres años y once meses, días más, días menos, los vimos, los tuvimos delante de nosotros, y fuimos parte de la presentación oficial de los 23 jugadores que nos van a representar en Sudáfrica. Algunos estarán de acuerdo con la elección de cada uno de ellos, otros no tanto, pero finalmente, son ellos. Ellos, tal es la importancia que reciben en estos días, deberán cumplir nada más ni nada menos que con la labor de intentar hacer realidad el sueño de millones de argentinos, que anhelan el día 12 de junio desde aquella definición por penales en la que Jens Lehmann nos robó la esperanza de coronarnos campeones mundiales nuevamente.
Por supuesto, y prácticamente todos –por no decir todos- habrán comprendido que me refiero al seleccionado argentino de fútbol, el cual realizó su presentación oficial el pasado lunes en el estadio Monumental, delante de cerca de 55 mil personas. Un público exaltado en muchas partes del partido, eufórico por momentos, y más calmo en otras, supo acompañar a estos futbolistas y cuerpo técnico que van a representar los colores celestes y blancos en el continente africano.
El resultado, 5 a 0 ante un modesto equipo canadiense, no tiene mucha relevancia. Sin embargo, nadie va a negar que las proyecciones ofensivas de Maxi Rodríguez, la solidaridad de Higuaín, el hambre de gloria de Tévez, o la capacidad de goleadora del ‘‘Kun’’ Agüero a los pocos segundos de haber ingresado a la cancha, son motivo de ilusión, de esperanza. Este equipo, que por momentos fue tan cuestionado, tanto por el periodismo como por el público en general, parte, en tan solo dos días, hacia el continente africano, sediento de gloria.
Ojalá, las frases como ‘‘Garcé trae alfajores’’ o ‘‘Messi juega nada más en el Barcelona’’, cambien por otras muchos más placenteras y gustosas al oído, como ‘‘Dale Chino querido, que llegás antes’’ o ‘‘Gracias Lío, por ese golazo’’.
Como todo argentino (o al menos una gran parte de nosotros), el apoyo incondicional es inmenso. A los jugadores, al cuerpo técnico. El proyecto, comenzado hace ya bastante, está muy cerca de afrontar su máxima prueba. Le pese a quien le pese, aquel 14 de octubre del año pasado, se logró el primer objetivo, contra Uruguay, pero eso quedó en el pasado. La prueba máxima comienza en 16 días, y sin apoyo, se hace más difícil. La espera ha sido larga, al igual que siempre, pero la fe ha vuelto a brotar y está presente, como cada cuatro años.
Por supuesto, y prácticamente todos –por no decir todos- habrán comprendido que me refiero al seleccionado argentino de fútbol, el cual realizó su presentación oficial el pasado lunes en el estadio Monumental, delante de cerca de 55 mil personas. Un público exaltado en muchas partes del partido, eufórico por momentos, y más calmo en otras, supo acompañar a estos futbolistas y cuerpo técnico que van a representar los colores celestes y blancos en el continente africano.
El resultado, 5 a 0 ante un modesto equipo canadiense, no tiene mucha relevancia. Sin embargo, nadie va a negar que las proyecciones ofensivas de Maxi Rodríguez, la solidaridad de Higuaín, el hambre de gloria de Tévez, o la capacidad de goleadora del ‘‘Kun’’ Agüero a los pocos segundos de haber ingresado a la cancha, son motivo de ilusión, de esperanza. Este equipo, que por momentos fue tan cuestionado, tanto por el periodismo como por el público en general, parte, en tan solo dos días, hacia el continente africano, sediento de gloria.
Ojalá, las frases como ‘‘Garcé trae alfajores’’ o ‘‘Messi juega nada más en el Barcelona’’, cambien por otras muchos más placenteras y gustosas al oído, como ‘‘Dale Chino querido, que llegás antes’’ o ‘‘Gracias Lío, por ese golazo’’.
Como todo argentino (o al menos una gran parte de nosotros), el apoyo incondicional es inmenso. A los jugadores, al cuerpo técnico. El proyecto, comenzado hace ya bastante, está muy cerca de afrontar su máxima prueba. Le pese a quien le pese, aquel 14 de octubre del año pasado, se logró el primer objetivo, contra Uruguay, pero eso quedó en el pasado. La prueba máxima comienza en 16 días, y sin apoyo, se hace más difícil. La espera ha sido larga, al igual que siempre, pero la fe ha vuelto a brotar y está presente, como cada cuatro años.
Ahora, la clasificación angustiosa, las dudas, la poca claridad, los inconvenientes, las peleas, las discusiones, los cuestionamientos, son parte del pasado, un pasado ya muy lejano. Ahora hay un solo presente, y nos encolumna a todos, en busca de hacer realidad un sueño.
‘‘Si sueñas y crees en tu sueño, corres el riesgo de poder lograrlo’’
Walter Elias Disney.
el reflexivo.-
